Christian Gálvez. Foto Rocío Parrilla

«Todo surge cuando uno intenta descubrir cómo nace el Renacimiento», así iniciaba Christian Gálvez la presentación de su libro ‘Rezar por Miguel Ángel’ en la Feria del Libro de Sevilla. El autor relataba que su obra trata de ir un poco más allá de lo que tradicionalmente se nos ha enseñado o hemos aprendido sobre este periodo. «Si bien el Renacimiento es una época de muchas luces, todos sabemos que si hay un foco iluminando algo y ponemos un objeto delante, genera sombras. Sombras que también tenía el Renacimiento».

Al final todo se resume -explicaba Gálvez- en el Concilio de Basilea, que se termina celebrando durante todo el siglo XV en varias ciudades y desemboca en Florencia. «Significa que escritos, pensadores y textos -antes prohibidos- llegan a Europa por culpa o gracias a ese Concilio; significa que se empezó a leer a Platón -en esos momentos el único filósofo aprobado por la Iglesia católica era Aristóteles-, de ahí la vuelta al helenismo, al antropocentrismo y el surgimiento del amor platónico».

La documentación llevada a cabo para este libro ha sido ingente, ha llevado años -mucha de esta investigación sobre el terreno, sobre los mismos escenarios en los que se movió Michelangelo-, pero también hay ficción indudablemente. Dentro de ese cóctel, de ese trabajo ardúo que nos muestra el autor, descubriremos a un nuevo Miguel Ángel, fuera de lo consabido en las aulas, conoceremos más su persona y su ‘genialidad’ a la hora de ir, en ocasiones, contracorriente.

‘Rezar por Miguel Ángel’ puede leerse de forma independiente a ‘Matar a Leonardo da Vinci’, aunque es cierto que ambos libros convergen en un instante «Es una trilogía en paralelo que los puedes leer en el orden que quieras, pero sí te vas a encontrar en este libro, que Miguel Ángel se cruza con Leonardo. Sucede algo y sigue la vida de Miguel Ángel. En el libro de Leonardo se mostrará la misma escena de este encuentro, con el mismo diálogo, pero consecuencias diferentes». Podría decirse que es como si tuviéramos la visión de dos cámaras sobre dos personajes distintos, e incluso una tercera, puesto que aún nos falta ‘Salvar a Rafael’.

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