Santiago Díaz © Emilio Morales

Santiago Díaz inaugura serie propia para Juan de Dios «Jotadé» Cortés —subinspector, gitano, lenguaraz y con olfato de sabueso—, personaje nacido en la trilogía de Indira Ramos. En una sofocante noche de julio en Madrid, dos hombres aparecen destripados y arrojados desde un puente de la M-30. Las vísceras impactan sobre un descapotable y el coche acaba en el Manzanares con tres jóvenes a bordo; una de ellas, hija de un comisario, muere al instante. El mandato interno es claro: resultados rápidos y poco ruido. Y para ello llaman a Jotadé, un policía que ama la justicia más que la norma.

El libro combina ritmo feroz, humor negro y el retrato de clanes, narcos y fidelidades familiares en una Madrid calcinada por el verano. La novela abre la saga «Jotadé» dentro del sello Alfaguara Negra, y puede leerse de forma independiente aunque dialogue con personajes del «universo Indira«.

Nuestra impresión (sin destripes)

Díaz vuelve a demostrar su dominio del tempo y del cliffhanger. La prosa es directa, visual y adictiva. El retrato de Jotadé —entre la lealtad y la incorrección— sostiene un tono que alterna lo sórdido con lo sarcástico sin perder humanidad. Hay calle, hay jerga y hay un Madrid reconocible que aprieta. El cierre deja esa «inquietud» marca de la casa: queda más por desenterrar, y eso es una gran noticia para el lector de serie negra

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