Todos hemos tenido un mote, a todos nos han llamado «gordi», «orejón», «moco», «enano», pero ¿cuándo dejan estas palabras de ser apelativos cariñosos para convertirse en armas arrojadizas? ¿En qué momento hacen que cambiemos la visión de nuestro propio cuerpo y la forma de relacionarnos con el mundo?
Hoy Miren Jaurne, con ‘La Venus que rompió el espejo’, echa la vista atrás y recuerda sus momentos más oscuros para demostrarnos que juzgarnos solo por nuestro cuerpo, o darle el poder a otros para hacerlo, no es una alternativa. Que no hay que avergonzarse y que un «que os den» a tiempo puede salvarnos de caer en una espiral de autodestrucción. Porque la que hoy escribe es una mujer que no solo ha superado sus miedos, sino que se ha sumado sin dudarlo a la lucha contra el acoso.