«La verdad, toda la verdad y nada más que la verdad. La mía, claro, que la absoluta ni sé si existe ni me interesa. ¡Y además, ni que verdad, como madre, hubiese nada más que una! Bastante tengo yo con afrontar cada nueva amenaza de fi n del mundo, sostener que cambié la prestigiosa arquitectura por la inestable farándula y además seguir los consejos de mis muertos. En estas páginas hablo con ellos; la idea de éxito que me dejaron en herencia tiene unos impuestos que no puedo pagar. Bueno, y luego está lo del amor porque, hable de lo que hable, siempre termino hablando de amor; así que cuanto antes lo sepas, mejor.

Me llamó «débil» y se marchó. «El espíritu de la escalera» se me aparece hoy mientras escribo. Débil es quien niega su necesidad. Para pedir ayuda hay que ser muy fuerte, porque da mucha vergüenza. Y sostener la vergüenza requiere de una fortaleza extrema. Así que no, yo no soy débil. Soy un roble. Un puto roble que ha sostenido la vergüenza de haber elegido a una persona así para el fin del mundo y ahora está transformando el oprobio en literatura. Una creyente que, para seguir creyendo en sí misma, escribe. En lugar de vengarse, escribe.»

Hablamos con Cayetana Cabezas de su debut literario, Una persona para el fin del mundo.

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