El mexicano Fernando A. Flores entra en el catálogo de Bunker Books con su debut Las lágrimas del cerdo trufero, una de las obras más desconcertantes de esta editorial. Flores presenta una historia concernista y distópica que no deja indiferente a nadie.
Desde Atrapalibros nos hemos adentrado en su obra y hemos hablado con esta emergente figura de la literatura que ha escrito su primera novela con una máquina de escribir para mostrarnos «una historia de leyendas y sueños a lo largo de la frontera del sur de Texas».
¿Quién es Fernando A. Flores?
Fernando A. Flores es un escritor, en ocasiones fotógrafo, nacido en Reynosa, Tamaulipas, México, y residente en Austin, Texas.
Primera novela, háblanos del título. ¿Por qué este? ¿Cómo se elige el apropiado?
Si te soy sincero, debo decir que este proyecto ha tenido dos o tres títulos previos. Es muy extraño para mí, porque todo lo que he escrito ha sido principalmente de corte realista. Buscaba hacer algo diferente, y quizás rendir homenaje a los títulos de ciencia ficción de los sesenta o los larguísimos títulos de las canciones de rock psicodélico.
Vamos a la novela y hablemos de nuestro protagonista… Esteban Bellacosa… «personaje perdedor y honesto»…
Bellacosa es un tipo interesante. De cara al exterior no es más que un viejo conduciendo por el sur de Texas, pero en su interior residen complejidades que se van descubriendo a lo largo del libro. Aún a día de hoy pienso en él con carino. En mi opinión, es una reliquia del pasado, el presente y el futuro; los tres, con el condicionante de ser mexicano y de la frontera.
Animales extinguidos creados en laboratorio… ¿Un futuro alternativo de tantos otros? ¿Qué mundo encierra «Las lágrimas del cerdo trufero»?
Realmente no tenía claro el género del libro mientras lo estaba escribiendo. Yo diría que es una novela realista que tiene lugar en la actualidad, y no cambiaría nada, pero tal vez otros no estarían de acuerdo. Diría que tiene lugar 500 años después de los hechos de Don Quijote.
¿La ficción para contar una «realidad» alternativa? ¿A qué llamamos realidad?
La realidad es tener que pagar el alquiler a primeros de mes.
El lector se sumerge entre fronteras geográficas y narrativas ¿intencionado o la historia le ha llevado por esos derroteros?
Mientras escribía la novela solo tenia en mente dos o tres giros de las tramas, pero cómo llegué allí o qué sucedió entre medio siempre fue una incógnita hasta el momento en que lo plasmaba en el papel. Nunca antes había tenido una experiencia escribiendo como esta. Me atrevería a decir que ha sido una experiencia transformadora para mí, con la que he aprendido mucho.
La ciudad como personaje…
El territorio es una parte importante, de hecho, fue el territorio lo que primero me vino a la cabeza, luego me apareció Bellacosa, el tipo de persona que estaría deambulando por esos parajes. ¿Quién es él? ¿Qué es este lugar? Tenía que averiguarlo.
¿Qué otros personajes secundarios destacaría?
En realidad, le tengo cariño a todos los personajes. Tengo la suerte de haber podido hurgar en sus historias y vidas.
Trata temas como el racismo en las fronteras, la inmigración, el capitalismo o las drogas… Temas actuales que deberían preocuparnos… ¿Qué similitud tiene la obra que nos presenta con el mundo actual?
Al escribir esta novela, nunca tuve la intención de hablar abiertamente sobre un tema. Pero los temas que surgieron a lo largo de la historia eran necesarios debido al territorio en el que se desarrollan los hechos. Quería escribir una historia sobre la frontera a través del espejo, a partir del reflejo que nos devuelve un espejo oscuro: retorcido, pero reconocible.
En una entrevista has dicho que «escribir una novela trata de hacernos preguntas…», ¿es más importante la pregunta o la respuesta a dicha pregunta? ¿Busca provocar más preguntas que respuestas en los lectores?
Al escribir una novela no hay respuestas, solo preguntas, y no podría decir cuáles son esas preguntes en concreto. Mi esperanza es que el lector asuma el libro como una experiencia, como si hubiese escuchado un disco psicodélico muy fuerte, o si acabara de bajar de una nave espacial y no pudiera decir qué ha sucedido realmente. Pero en definitiva, les quedará claro que han tenido una experiencia que de algún modo ha sacudido a las colonias de hormigas que habitan sus mentes.
Llama la atención que hay utilizado una máquina de escribir para darle forma a la novela…
Disfruto de la naturaleza performativa de crear en una máquina de escribir. Es algo que encuentro necesario al escribir una novela. Me permite ver mis fallos en la página real, y eso es algo tranquilizador.
Y tras «Las lágrimas del cerdo trufero» ¿qué?
Mi próximo libro es un conjunto de relatos llamado Valleyesque, que saldrá el próximo invierno, y actualmente estoy terminando mi próxima novela, de la que es complicado comentar nada por el momento.