Alfonso Casas es uno de los nombres más relevantes de la ilustración actual española. El autor zaragozano forma parte de esa nueva generación de artistas que se han ido ganando el reconocimiento del público poco a poco a través de las redes sociales. En el caso de Alfonso Casas, comenzó compartiendo sus dibujos a doble página en un cuaderno Moleskine, acompañados de frases y juegos de palabras que ironizan sobre el amor y el desamor en los tiempos de las nuevas tecnologías. Sus ilustraciones “a doble página” son fácilmente reconocibles por su trazo grueso siempre en rojo y negro.
Ahora Alfonso Casas da un paso más allá con un nuevo proyecto que se desmarca de ese característico estilo en negro y rojo para dar paso a nuevas tonalidades de color y un nuevo diseño más delicado y complejo. Después del éxito de sus libros anteriores, como Amores minúsculos o Se(nti)mental, la ironía, el sarcasmo y ese puntito canalla que le suelen caracterizar se hacen a un lado para dar protagonismo a la nostalgia, la ternura y los recuerdos. Casas muestra su lado más sensible en esta novela gráfica que traspasa la doble página, una obra más madura que nos lleva del pasado al presente a través del color.
Amor, amistad, verano y juventud
Son muchas las generaciones para las que el verano significaba ir a pasar unos días al pueblo. Veranos que no querías que acabasen nunca, amigos fieles con los que vivías mil aventuras, los primeros amoríos… Veranos a los que muchos querríamos volver y que generaban lazos difícilmente rompibles con la distancia o con el tiempo. Pero todo acaba, crecemos, y al final esos momentos felices quedan en el recuerdo. A veces, también quedan algunas cuentas pendientes…
El final de todos los agostos es un viaje de vuelta a los orígenes. El protagonista, Dani, está en un momento crucial de su vida: está a punto de casarse. Justo antes de dar ese gran paso, decide hacer un viaje al pueblo donde solía veranear y del que guarda grandes recuerdos. Su objetivo es repetir esas fotos que hizo veinte años atrás, ver cómo ha cambiado el pueblo, la gente… Y también, encontrar un gran amigo de la infancia que dejó atrás.
Un viaje cargado de recuerdos que es sobre todo un viaje interior. El protagonista está a punto de tomar una decisión importante en su vida, y recuerda otro momento de su infancia en el que también tuvo que hacer una difícil elección. A través este viaje al pueblo donde pasaba las vacaciones de verano, intentará obtener algunas respuestas a preguntas que se ha hecho desde aquel verano en el que cambió su vida para siempre. “Es una historia de amistad, de amor, de elecciones difíciles y de recuerdos del pasado”, explica el autor.
El final de todos los agostos es un libro que despertará la nostalgia y los buenos recuerdos del lector, al ser una historia con la que todos nos sentimos identificados. Una novela gráfica en la que Alfonso Casas arriesga y nos muestra su lado más tierno, evolucionando también en su faceta artística.
Sobre el autor
Alfonso Casas Moreno (Zaragoza, 1981) estudió Magisterio porque pensaba que la ilustración nunca le daría de comer. Sin embargo, él siempre había soñado con dedicarse a ello, así que más tarde se lanzó a la piscina, apostó por las Bellas Artes y se especializó en ilustración.
Se define a sí mismo como ilustrador y perdedor del tiempo profesional. Actualmente es uno de los ilustradores del momento, con miles de seguidores en redes sociales, después de diez años trabajando como autor e ilustrador en publicidad y en el sector editorial.
Desde hace nueve años vive en Barcelona. Ha trabajado como ilustrador para varias empresas (Vodafone, Reebok, ING…) y es autor de varios libros, entre ellos Amores minúsculos, que se llevó al teatro; y Se(nti)mental, Lunwerg (2015). También es el ilustrador de No sin mi barba, escrito por Carlos Suñé (Lunwerg, 2015). Ha publicado sus trabajos en las páginas de El País, TENMAG y otros medios internacionales como HelloMrMag.